lunes, 20 de julio de 2009

Destino


dibujo by Juan Marino

Creo que son los musulmanes los que piensan que así como hay vida después de la muerte, hay vida antes de nacer. Cada bebé previo a ser gestado, elige a la madre que lo va a llevar en su vientre durante 9 meses.
Esto confirma que yo soy un pelotudo desde siempre, incluso desde antes de nacer, le explicaba Pablo a Gabriela.
La novia le hizo un ademán afirmativo con la cabeza y Pablo que se había resignado desde hace tiempo, supuso una vez más, que ella no entendía ni una sola palabra de lo que escuchaba. Él terminó su cerveza de un sorbo y pidió la cuenta. Le esperaba una noche de buen sexo.
Pablo creía que el destino era en realidad una ruleta y sostenía con firmeza que en su caso, cuando el crupier la hizo girar, la bola cayó en el 17, la desgracia.
Toda su vida estaba signada por la mala suerte, que de manera sutil se entrometía en sus conquistas y las volvía derrotas.
Hacía tiempo había jugado al Prode. Eran los resultados de 13 partidos de fútbol, los que debía acertar para volverse ganador y cuando el domingo arañaba la noche, llevaba 12. Restaba un único encuentro, que terminó con el resultado esperado, pero por producirse incidentes en la tribuna local, le descontaron los puntos al ganador por decisión del tribunal de disciplina y nuevamente el diablo metió la cola y no iba a ser la última vez.
Conoció a Gabriela, perfecta desde su mirada estética. Con una belleza particular, sólo para entendidos, inteligente, con su misma orientación política. Todas las piezas encajaban, menos una, no lograba enamorarse. En algún momento pensó que si, pero no. Sentía que pese a los múltiples puntos en común, aparecía alguno que los separaba, que los tornaba incompatibles. Una vez más elegía seguir maldiciendo al destino y al apretar la mano con furia, se dio cuenta que estaba arrugando un sobre que su novia le pidió entregar.
Di lo que yo digo pero no lo que yo hago, pensaba Laura mientras le hablaba a sus alumnos sobre el amor. Es el destino en realidad lo que lo signa, lo que le da sentido. Romeo y Julieta eran el uno para el otro pero solo muertos pudieron estar juntos. De todos modos existen peores finales que son a mí entender los que nunca sucedieron.
Hay medias naranjas que tienen en algún lugar del mundo a su otra mitad esperando, pero simplemente nunca se encuentran.
Laura salía con alguien pero se sentía sola. Hablaba en filosofía, la materia que dictaba en la universidad, sobre los menesteres, la trascendencia y la fuerza del amor. Por esa palabrita de 4 letras se habían librado batallas, armado y desarmado imperios y sin embargo ella se negaba a echarle la culpa. Señalaba de sospechoso al destino. Era el aleatorio humor de la diosa fortuna quien dictaba lo que te tocaba en suerte. Decidió en ese instante, no hablar más del amor en sus clases. Desde ahora, solo los clásicos.
Se puso el saco y agarro la cartera. No tuvo necesidad de abrir la puerta, ella salió y él entró. Pablo le entregó a una secretaria del departamento de profesores entrada en años, un sobre. ¿Es para la profe de filosofía?
No se, debe ser, no la conozco.
Que lastima, le salió decir a la secretaria.
Me hubiera gustado estudiar filosofía, dijo él, antes de retirarse.
A Laura le sonó el celular. Le avisaban que la habían invitado a un casamiento. Una amiga del secundario se casaba con un tal Pablo. No pensaba ir. Ojala sean el uno para el otro, se dijo para sus adentros.